Denominamos
mercado de trabajo (mercado laboral) al mercado en cual coinciden la oferta y la demanda de trabajo, en un momento del tiempo determinado. La oferta de trabajo la conforman el conjunto de trabajadores que están dispuestos a trabajar, mientras que la demanda de trabajo estará compuesta, por tanto, por el conjunto de empresas (o empleadores) que están dispuestos a contratar a los trabajadores
[1].
Que el mercado de trabajo es de una gran importancia para la sociedad tiene una evidencia irrefutable, si nos centramos en un mal funcionamiento, podría afectar negativamente al crecimiento económico y al empleo de una economía determinada (municipio, comarca, región, país, …), por lo tanto, no se puede negar la importancia que tiene tanto su análisis como su regulación y seguimiento a lo largo del tiempo. Además, el paro tiene importantes costes económicos y sociales que se deben tener en cuenta en el propio mercado laboral, por los siguientes motivos:
Económicos, debido a que la pérdida de producción potencial que supone el desempleo genera caídas en el consumo, que a su vez genera disminución de ingresos estatales vía impuestos, que genera a medio plazo recortes que, automáticamente generan más destrucción de empleo… y comienza nuevamente la serie destructiva.
Sociales, por los terribles efectos que el desempleo tiene en la distribución de la renta y, de ahí, sobre la cohesión social (discriminación de clases, aumento de las desigualdades, mayor precariedad laboral, ...).
Por todo lo anterior, no es de extrañar que el crecimiento, la optimización de los recursos y la cohesión social dependan, consecuentemente, del correcto funcionamiento del mercado laboral.
Todos los mercados tienen una característica común y es la existencia de un precio, es decir, un producto tendrá un valor monetario a través del cual un productor (oferente) estará dispuesto a desprenderse de él y otro valor a través del cual un comprador (demandante) esté dispuesto a adquirirlo. En nuestro caso, el salario es el precio del factor trabajo, por tanto, cuanto más bajos sean los salarios reales, más trabajo demandarán las empresas, mientras que cuanto más elevados sean, más gente querrá trabajar y menos trabajo demandarán las empresas.
Por tanto, la demanda de empleo estará directamente vinculada a la actividad económica, de modo que únicamente un crecimiento constante de la renta podrá garantizar un crecimiento del empleo en la cantidad necesaria para absorber la población dispuesta a trabajar. Dicho de otra manera, la demanda de trabajo es derivada de la demanda de bienes y servicios, ya que cuando una empresa vende sus productos querrá producir más y, por tanto, deberá contratar más trabajadores. En síntesis, si no hay producción no habrá empresas que puedan ofertar empleo.
Dicho lo anterior, debemos tener en cuenta que el desempleo es un desequilibrio económico que viene provocado por la diferencia entre la cantidad de trabajo ofrecida (por las empresas o contratantes) y la cantidad de trabajo demandada (por los trabajadores), en determinadas condiciones y niveles de salarios en un momento dado en el mercado laboral.
Nota: En sentido estricto, el colectivo que se encuentra en desempleo lo conforma la población activa (personas que se encuentran en edad de trabajar) y que, pese a buscar empleo, no lo consigue.
El mercado de trabajo, además, tiene otras peculiaridades. A pesar de que como cualquier otro mercado se rige por la ley de la oferta y la demanda, en él intervienen mucho más que en otros mercados los Gobiernos a través de las normas jurídicas, las instituciones sociales, las relaciones colectivas y las valoraciones personales. Es decir, en este mercado se fijan los salarios y las condiciones laborales mediante un proceso de negociación, determinándose así el nivel y la calidad de vida de los trabajadores. Esta es una característica única de este mercado.
En los mercados competitivos, como regla económica fundamental, el precio funciona como un mecanismo de ajuste hasta que se alcanza el equilibrio
[2]. Sin embargo, una característica del mercado de trabajo es que, habitualmente, no funciona como un mercado perfectamente competitivo ya que tiene imperfecciones en forma de rigideces burocráticas y/o sociales, fuertes intervenciones desde el exterior (regulación autonómica, estatal, comunitaria, sectorial, … que fijan las características de los contratos laborales, las indemnizaciones por despido, la fijación de un salario mínimo) o la propia característica de que tanto las empresas como los trabajadores tienen poder de mercado para influir en el salario.
Por todo lo anterior, resulta fundamental conocer todas las características inherentes al mercado laboral del lugar donde se realicen las acciones de orientación profesional o laboral, ya que nos permitirá:
- Conocer las tendencias del mercado, por lo que sabremos en todo momento qué ocupaciones están siendo solicitadas y cuáles no, qué requisitos de acceso están solicitando e, incluso, las características salariales de cada puesto de trabajo.
- Descubrir nuevas oportunidades, los nuevos yacimientos de empleo vienen a cubrir unas necesidades sociales parcialmente atendidas o sin atender. Surgen a consecuencia de los cambios socioeconómicos que se van forjando en el seno de nuestra sociedad, caracterizada por su constante evolución.
- Conocer qué aspectos valoran las empresas para contratar, ya que conociendo la tendencia del mercado, sus características generales y los nuevos yacimientos, vamos a conocer qué necesitan, exactamente las empresas de sus trabajadores. A nivel local, este conocimiento es fundamental no solo a la hora de orientar a nuestras personas usuarias, sino también a la hora de prospectar o intermediar.
- Detectar necesidades de formación y reciclaje. Todo lo anterior derivará en un conocimiento específico de cada sector de la economía del ámbito geográfico en el cual actuemos, por lo que seremos capaces de conocer, previamente, qué tipo de formación será necesaria para el desarrollo de un puesto de trabajo, por lo que podremos orientar a nuestras personas usuarias hacia la obtención de una formación específica o el reciclaje de sus conocimientos ya adquiridos.
En definitiva, con todos estos conocimientos en nuestro poder, vamos a poder ofrecer a nuestras personas usuarias una orientación actualizada, veraz y efectiva.
[1] NOTA: no confundir el mercado de trabajo con la demanda de empleo. En este segundo caso, quienes demandan empleo son los trabajadores, y quienes ofertan empleo, son las empresas (o empleadores).
[2] Punto en el que la oferta y la demanda coinciden.